No renuncies hasta recibir una oferta formal

Después de 4 entrevistas y múltiples pruebas de conocimiento, aptitud matemática y personalidad, la jefe de atracción de talento me invitó a almorzar para darme la noticia que había sido elegido para el cargo soñado.

Sin embargo, parecía una historia con final feliz, pero dio un giro inesperado.

Déjame contarte:

El área de #experienciadelcliente me encanta y cada día me venía especializando en ellas. Para ese entonces, generaba contenido en #linkedin al respecto, lo que poco a poco me iba abriendo puertas para dar charlas y conferencias, ser parte de un libro y algunas llamadas de head hunters o empresas a participar en procesos de selección.

Una de esas llamadas fue de una empresa que admiro y en un sector con grandes retos, donde me invitaban a ser parte de un proceso de selección para liderar el área de experiencia del cliente y fidelización.

Asumí el proceso con todo el profesionalismo y motivación posible. Estudié muy bien la empresa, realicé networking con empleados de la misma, investigué a profundidad a cada entrevistador y fui avanzando en el proceso.

Las pruebas fueron retadoras al igual que las entrevistas con Gestión Humana, mi futuro jefe, el CEO de la empresa y el director global del área quien me entrevistó virtualmente.

Después de terminar estas fases, recibí la llamada de la jefe de atracción de talento donde me invitaba a almorzar para hacerme la oferta laboral.

Estaba muy feliz y ya me visualizaba en el cargo implementando muchas ideas, pero a su vez sentía nostalgia de dejar a la empresa actual para la que trabajaba.

El almuerzo fue muy interesante, nos pusimos de acuerdo en el salario, beneficios, fecha de ingreso, etc… y al cerrar nuestro encuentro, ella se comprometió a enviarme esa misma tarde, un email con la oferta formal para que yo lo respondiera aceptando y así formalizar la contratación.

Y…¿Sabes algo?

El email nunca llegó.

Recuerdo que esa tarde refresqué la bandeja de entrada de mi email personal, como nunca lo había hecho. Igual pensaba…seguro algo se presentó y no alcanzó a enviar dicho email. Y así pasó una semana hasta que decidí llamarla.

Muy amablemente me informó que ya no trabajaba para la compañía y que no sabía qué había pasado con el proceso.

Pues bien, decidí buscar a una de las personas que me había entrevistado y después de un par de intentos, logré recibir una respuesta en donde me informó que, por reestructuración, habían cancelado la posición.

Me sentí triste, pero a su vez agradecido con la vida imaginando si hubiera renunciado a mi cargo actual, hubiera trabajado en la nueva empresa un par de días y después hubiera sido despedido por dicha reestructuración.

Con esta historia, además de agradecerte por leerme, quiero invitarte a que nunca vayas a renunciar a tu #empleo o actual antes de recibir una oferta formal, o si no tienes empleo, no abandones otros procesos en los que estés hasta no recibir la oferta formal.

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Autor: Guillermo Gonzalez Pimiento